Diábolica, sí; pero para el que la use en verano. Ni ventilación, ni tejidos técnicos, ni nada: cuero, goma y a sudar |
Las revistas las compré en una lonja de la red de rastros Reto, dedicada a la rehabilitación de toxicómanos a los que se adiestra para traperear con muebles viejos y chatarras de todo tipo. La lonja en cuestión se encuentra en un polígono industrial desvencijado, que suelo utilizar para eludir el aparcamiento de pago y la 'Zona Azul' cuando me veo obligado a ir al Hospital de Cruces (Bizkaia). Aunque queda un poco lejos del hospital y corres el riesgo de pinchar en cualquier momento con un clavo oxidado o una botella rota, aparcar entre aquellos barracones sale gratis y, además, te permite comprobar qué es lo que se cuece entre las cuatro paredes del solidario mercadillo.
ROCK CRISTIANO
El lote de 'Ciclismo a Fondo' está formado por doce tomos encuadernados que abarcan desde el año 85 hasta el 94 –creo–. Lo encontré semioculto en la balda de un armario, mientras de los altavoces del rastro salían cánticos cristianos envueltos en una especie de rock sureño. El mozo del local dijo que salía a un euro el tomo, pero limando-limando logré que me dejara los doce volúmenes por diez euros.
Las zapatillas R-100 las compré en un rastro de Emaus, en Vitoria, por dos euros y medio. Por la tecnología empleada –una cala tipo SPD y una tira de velcro—y el diseño, diría que son de principios de la década de 1990, aunque vete a saber.
Como no tengo escáner y soy un manazas, el resultado es que la portada se ve malamente. |
Sea como fuere, me dispongo a aprovecharme de toda esta tontería. Así, al amparo de Ebay, Todocolección o cualquiera de estas webs en las que lo mismo puedes adquirir los calzoncillos de Torrente, que el diente de oro de una abuela deshauciada, sacaré los cuartos a esos globeros retrofrikis a quienes ahora les ha dado por lucir maillots de lana en pleno agosto y que –si pudieran– no dudarían en sustituir el casco por una visera del Teka. No hay tiempo que perder; he de actuar antes de que estalle la burbuja vintage y de que el valor de mis adquisiciones se esfume como los ahorros de un preferentista.
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